Vida y
trabajo
El ruw’a o
“señor” de cada territorio, es responsable de su fertilidad. Él determina el
uso de todos los espacios, libera los lugares de influencias maléficas y elige
las zonas con condiciones óptimas para
fundar las aldeas que se levantan a corta distancia de caños y ríos, en lugares
propicios para desarrollar actividades productivas como la horticultura, caza,
pesca y recolección.
En la selva, al final de la estación lluviosa, se limpian
los espacios de los nuevos conucos5. El sol del verano va secando la
vegetación amontonada, y ésta se quema para fertilizar las tierras donde se
sembrarán plátanos, batatas, caña, piña, algodón, y sobre todo la yuca amarga,
su principal producto agrícola.
La caza se practica intensamente
en la estación seca. Los wotjuja son diestros en el uso de cerbatanas formadas
por dos tubos, uno externo que recubre a otro de menor diámetro, por el que se
deslizan los certeros dardos envenenados con curare. En el extremo inferior de
los dardos se fija una pelota cónica hecha con algodón de ceiba. Las cerbatanas
están provistas de una boquilla y una mira confeccionada con pequeñas piedras,
dientes de báquiro o picure.
Aunque existe un complejo sistema
de restricciones alimenticias, los principales animales comestibles son el mono
araguato, el cachicamo, la comadreja, el chigüire, la lapa, el oso melero, la
pereza y el picure, además de algunos reptiles, como la baba y el caimán, y una
gran variedad de peces y de pájaros. Los de’aruwa evitan la cacería de piezas
grandes como el venado y particularmente el báquiro, animal sagrado al que
consideran su ancestro6.
Algunos autores han señalado la
preferencia de los de’aruwa por la caza, en detrimento de la pesca. Sin embargo,
esta última es una práctica extensiva en la estación seca. Los de’aruwa pescan
con arpón, arco y flecha, nasas y anzuelos, y aunque envenenan pequeños caños
con barbasco, no lo hacen en gran escala, pues esta practica contraviene
estrictos tabúes que prohíben la pesca indiscriminada.
La recolección abarca una gran
cantidad de frutos silvestres y productos derivados de distintas palmas, como
el moriche, seje o manaca. Además, recolectan insectos y serpientes que forman
parte de su dieta.
Pequeños grupos de hombres,
mujeres, niños, parientes y amigos visitantes realizan expediciones para
recolectar alimentos en la selva. Al regreso, todo lo encontrado se distribuye
equitativamente entre las familias que habitan la casa comunal.
La dieta de’aruwa incluye una buena cantidad de alimentos que varían
de acuerdo con los cambios estacionales. Pablo J. Anduze7, Fermín
Vélez Boza y J. Baumgartner8 han estudiado muchos de los mamíferos,
peces y reptiles que consumen los piaroa.
El trabajo se organiza de acuerdo
con la posición de cada individuo en el grupo local. Los parientes y jóvenes
afines trabajan para los parientes y afines mayores de cada casa. Todo aquel
que trabaje en un conuco tiene derecho a beneficiarse de sus productos. Los
hombres preparan el terreno, las mujeres siembran y cosechan. La relación entre
el hombre y la mujer es muy estrecha: ningún hombre o mujer trabaja solo, si
puede evitarlo9.
Algunos poblados wotjuja cuentan
con una considerable fuerza laboral que se aumenta con visitas de parientes y amigos,
quienes durante sus largas permanencias trabajan en los conucos, cazan, pescan
y recolectan. Cuando prevalece un alto grado de cooperación en el grupo, los
individuos gozan de cierta libertad para elegir las actividades en las que
desean participar. El hombre de’aruwa no está obligado a cazar, pescar o
recolectar, si prefiere quedarse en la casa fabricando cestas u otros
artefactos10.
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