Señores
de la selva
Ser de’aruwa o más exactamente, wotjuja, es ser de
la selva. Nacidos del matrimonio mítico entre dos categorías de seres
antagónicos, su vida es un ejercicio constante por recuperar el equilibrio. Los
símbolos de poder, sabiduría y potencia sexual, representados en el trueno,
esparcen sus destellos luminosos sobre la inmensa vastedad de la selva. El
dominio de los ríos, piedras, árboles, animales o cualquier accidente del mundo
natural, se hace posible con el uso de fórmulas mágicas que comunican a los wotjuja con la armonía total del universo.
Cada hombre y cada mujer conocen perfectamente su
lugar en el mundo. Las relaciones con su entorno, llenas de sentido y
sabiduría, se aprenden en las alegorías de los cantos nocturnos que entonan los
ancianos. Ellas encierran toda la filosofía de esta gente, para quienes todo
conocimiento es un poder viviente que crece en cada hombre con el tiempo y la
experiencia. La fuerza extraordinaria de la magia wotjuja taspasa las grietas
del mundo. Sus hilos invisibles franquean los caminos ordinarios de la
imaginación, llenan de asombro y terror los pueblos vecinos, y estremecen hasta
la corteza misma del cosmos.
Piaroa es la forma como se les nombra en la
literatura etnográfica. de'aruwa, es el nombre que dan a todas las criaturas
que saben cómo utilizar la tierra. Sin embargo, los orígenes del término
“Piaroa” no son claros. Es posible que se derive de las misiones jesuitas
fundadas en el río Orinoco desde 1864, particularmente de una ubicada cerca de
los raudales de Atures, llamada “Peroa”. La primera referencia que se tiene de
este nombre data de 1756, cuando Solano, miembro de la expedición de Fronteras,
señaló su existencia en la región del Sipapo1.
Recientemente, los de’aruwa decidieron adoptar la
autodenominación uhuottoja,
transcrita fonéticamente como wotjuja,
que significa “gente pacífica”2. Ellos hablan una lengua que
pertenece a la familia lingüística sáliva, grupo independiente que, según
Cestmir Loukotka3 y Paul Rivet4, incluye el sáliva, el
mako, el ature y el piaroa. Esta lengua ha sufrido una gran influencia de
términos arahuacos y caribes.
El vasto territorio que cubre la margen derecha del
Orinoco fue explorado tardíamente. La dificultad de su topografía demarcó
cierto límite a la actividad colonizadora y misionera. Los de’aruwa entraron en
contacto con la sociedad criolla en los siglos XIX y XX, cuando esta parte del
Amazonas se abrió al comercio.
Pueblan los afluentes y subafluentes del Puruname,
Sipapo, Autana, Cuao, Guayapo, Samariapo, Cataniapo, Paria, Parguaza, además
del alto Suapure, la cuenca inferior del Ventuari, los ríos Marieta, Camni,
Yureba, Yakiguapo y caño Moriche, el valle del Manapiare, cerca de Puerto
Ayacucho y la margen colombiana del Orinoco, en tierras aledañas a San Fernando
de Atabapo, en los ríos Vichada, Matavemi, Guaviare y el caño Zama. Sus
territorios, llamados Iso'hwa, son en realidad áreas sin límites precisos.
Gracias, muy interesante.
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